miércoles, 23 de enero de 2013

Bonel Patiño


Bonel Patiño Noreña, otro salamineño ilustre

Perteneció a una generación sobresaliente en la época estelar de la “Ciudad Luz”, que se encontraba en la cúspide de su pujanza intelectual y económica: Rubén Sierra Mejía, Valentina Marulanda, Beatriz Echeverri, Héctor López López, Diego León Valencia, Germán Gómez Velásquez, Luis Hernando Giraldo, Alfonso Giraldo Jiménez, Rubén Antonio Castro, con otros un poco mayores, integraban la tropa de intelectuales que incursionarían en muchas disciplinas del espíritu, haciéndose notar con creces en el panorama nacional.

Bonel, nació en Salamina en 1.944 y desde muy joven, decidió irrumpir en el mundo de las letras, como ensayista, historiador, novelista, periodista y poeta: impulsó primero la reedición, en la imprenta del departamento, de muchas obras de importancia de  escritores caldenses, con el propósito de divulgar entre las nuevas generaciones el conocimiento de los principales autores de la región; por esos mismos años, fundó y dirigió el periódico liberal “La Opinión de Caldas”, intentando aclimatar una voz distinta al diario tradicional, al tiempo que iniciaba la quijotesca empresa de crear la revista “Ahora Caldas”, interesante libelo de corta vida, en la que participaron reconocidos escritores de la región.

Luego inició la publicación de su propia obra, apareciendo primero “Textos Elementales”; ganaría en 1.990, el VII Concurso Anual de Novela, Aniversario de la Ciudad de Pereira, con la versión “La trampa del tigre” y a continuación vendrían: La Colonización Antioqueña, Historia Liberal de Caldas, Meditaciones de Media Noche y otras más, trabajos caracterizados por el dedicado rastreo que hizo en archivos y bibliotecas, para entregar unas obras caracterizadas por la verdad histórica, mientras en el campo de la ficción, característica de otra arista de su trabajo literario, se regodea en metáforas y situaciones que sin ser inverosímiles, conservan el tono novelesco pero directo de situaciones extraídas de hechos y lugares comunes y de sus propias vivencias. 
 
Ocupó  importantes posiciones políticas alcanzadas por su propio esfuerzo y académicas por su vasta preparación; Diputado a la Asamblea de Caldas, Representante a la Cámara,  Director de la Imprenta Departamental de Caldas, secretario de la Universidad Industrial de Santander y otras del nivel departamental. Siempre inclinado por la cultura y especialmente por el periodismo y la historia, escribió artículos de prensa, crónicas para varias revistas y diversas publicaciones, habiendo sido impulsor principalísimo de los Nuevos Juegos Florales, con el Centro de Escritores de Manizales, uno de los eventos culturales de mayor relevancia que recuerde  la capital de Caldas. Formó parte durante muchos años de la Academia Caldense de Historia.

Autor de varias novelas cortas y de algunos poemas, recuperó la historia casi perdida de algunos personajes de enorme valía, que por una u otra razón habían pasado desapercibidos para los críticos y los historiadores o dados de baja maliciosamente; su temática sobre la epopeya de la Colonización Antioqueña, fue enriquecida con novedosas interpretaciones, sin dejar de lado la rigurosidad del rastro fehaciente y el dato preciso; sus novelas, tienen mucho de sus propias vivencias; algunas de ellas, impregnadas de un dejo nostálgico que nos coloca frente al hombre cotidiano con su enorme carga de imperfecciones, anhelos reprimidos y pecados secretos, como un grito angustioso  que trasciende el campo físico, para adentrarse en oníricos sueños fantasmales de festines lascivos, turbulentos y desesperados. 

Gustaba de los tangos y los boleros, era excelente melómano; consumado bohemio en épocas pretéritas, había abandonado las exageraciones libidinosas y las largas ingestas de licor; conversador genial cuando encontraba el campo propicio y le era grata la compañía; contrarrestaba su pequeña estatura con exposiciones grandilocuentes y la importancia de su obra; sabía escoger muy bien a sus amigos a los que les ofrendaba una devoción a toda prueba y, conservó su prestancia  hasta el último día de su vida. 

Llevó en su interior el gusanillo de la política, expresada con algunas dosis de sectarismo, porque veía con preocupación desaparecer su gran Partido Liberal doctrinario y del pueblo, ese que abrazaron y defendieron sus más importantes biografiados, “quedando apenas de él,  una horda de beduinos miserables que se despedazan por dentro”, según sus propias palabras, sin que por eso le hurtara el cuerpo a las responsabilidades que para contribuir a su rescate asumió por cuenta y riesgo. Queda pendiente un detallado análisis de su obra, que sin lugar a dudas resalta en el panorama intelectual del triangulo del café.
Falleció en Manizales el 28 de octubre del 2.011.

Fernando Macías Vásquez.
Noviembre 6 de 2.012.

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