Bonel Patiño
Bonel Patiño Noreña, otro salamineño ilustre
Perteneció a una
generación sobresaliente en la época estelar de la “Ciudad Luz”, que se
encontraba en la cúspide de su pujanza intelectual y económica: Rubén Sierra
Mejía, Valentina Marulanda, Beatriz Echeverri, Héctor López López, Diego León
Valencia, Germán Gómez Velásquez, Luis Hernando Giraldo, Alfonso Giraldo
Jiménez, Rubén Antonio Castro, con otros un poco mayores, integraban la tropa
de intelectuales que incursionarían en muchas disciplinas del espíritu,
haciéndose notar con creces en el panorama nacional.
Bonel, nació en
Salamina en 1.944 y desde muy joven, decidió irrumpir en el mundo de las
letras, como ensayista, historiador, novelista, periodista y poeta: impulsó
primero la reedición, en la imprenta del departamento, de muchas obras de
importancia de escritores caldenses, con
el propósito de divulgar entre las nuevas generaciones el conocimiento de los
principales autores de la región; por esos mismos años, fundó y dirigió el
periódico liberal “La Opinión de Caldas”, intentando aclimatar una voz distinta
al diario tradicional, al tiempo que iniciaba la quijotesca empresa de crear la
revista “Ahora Caldas”, interesante libelo de corta vida, en la que
participaron reconocidos escritores de la región.
Luego inició la
publicación de su propia obra, apareciendo primero “Textos Elementales”;
ganaría en 1.990, el VII Concurso Anual de Novela, Aniversario de la Ciudad de
Pereira, con la versión “La trampa del tigre” y a continuación vendrían: La
Colonización Antioqueña, Historia Liberal de Caldas, Meditaciones de Media
Noche y otras más, trabajos caracterizados por el dedicado rastreo que hizo en
archivos y bibliotecas, para entregar unas obras caracterizadas por la verdad
histórica, mientras en el campo de la ficción, característica de otra arista de
su trabajo literario, se regodea en metáforas y situaciones que sin ser
inverosímiles, conservan el tono novelesco pero directo de situaciones
extraídas de hechos y lugares comunes y de sus propias vivencias.
Ocupó importantes posiciones políticas alcanzadas
por su propio esfuerzo y académicas por su vasta preparación; Diputado a la
Asamblea de Caldas, Representante a la Cámara,
Director de la Imprenta Departamental de Caldas, secretario de la
Universidad Industrial de Santander y otras del nivel departamental. Siempre inclinado
por la cultura y especialmente por el periodismo y la historia, escribió
artículos de prensa, crónicas para varias revistas y diversas publicaciones,
habiendo sido impulsor principalísimo de los Nuevos Juegos Florales, con el
Centro de Escritores de Manizales, uno de los eventos culturales de mayor
relevancia que recuerde la capital de
Caldas. Formó parte durante muchos años de la Academia Caldense de Historia.
Autor de varias
novelas cortas y de algunos poemas, recuperó la historia casi perdida de
algunos personajes de enorme valía, que por una u otra razón habían pasado
desapercibidos para los críticos y los historiadores o dados de baja
maliciosamente; su temática sobre la epopeya de la Colonización Antioqueña, fue
enriquecida con novedosas interpretaciones, sin dejar de lado la rigurosidad
del rastro fehaciente y el dato preciso; sus novelas, tienen mucho de sus
propias vivencias; algunas de ellas, impregnadas de un dejo nostálgico que nos
coloca frente al hombre cotidiano con su enorme carga de imperfecciones,
anhelos reprimidos y pecados secretos, como un grito angustioso que trasciende el campo físico, para
adentrarse en oníricos sueños fantasmales de festines lascivos, turbulentos y
desesperados.
Gustaba de los tangos
y los boleros, era excelente melómano; consumado bohemio en épocas pretéritas,
había abandonado las exageraciones libidinosas y las largas ingestas de licor; conversador
genial cuando encontraba el campo propicio y le era grata la compañía;
contrarrestaba su pequeña estatura con exposiciones grandilocuentes y la
importancia de su obra; sabía escoger muy bien a sus amigos a los que les
ofrendaba una devoción a toda prueba y, conservó su prestancia hasta el último día de su vida.
Llevó en su interior
el gusanillo de la política, expresada con algunas dosis de sectarismo, porque veía
con preocupación desaparecer su gran Partido Liberal doctrinario y del pueblo,
ese que abrazaron y defendieron sus más importantes biografiados, “quedando
apenas de él, una horda de beduinos
miserables que se despedazan por dentro”, según sus propias palabras, sin que por
eso le hurtara el cuerpo a las responsabilidades que para contribuir a su
rescate asumió por cuenta y riesgo. Queda pendiente un detallado análisis de su
obra, que sin lugar a dudas resalta en el panorama intelectual del triangulo
del café.
Falleció en Manizales
el 28 de octubre del 2.011.
Fernando Macías Vásquez.
Noviembre 6 de 2.012.
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