lunes, 27 de agosto de 2012




















Carlos Jacamijoy

Museo de Arte de Caldas

Su pintura reivindica con sus colores luminosos y contrastados el carácter no material de lo que el hombre es capaz de concebir en su mente de modo puro, al margen de lo que podemos ver y tocar.

El artista se ha basado, para lograr su propósito, en las practicas ceremoniales y las creencias de su cultura ancestral, la Inga del Putumayo, en la que hay un rito de purificación que somete al creyente, en una de sus fases, a gozar el privilegio de contemplar el espacio en movimiento que contiene las formas y los colores más esplendorosos que nos es dado imaginar.

Se trata de una experiencia mágico – religiosa que los Ingas conocen desde niños y que el pintor ha dejado de practicar voluntariamente, lo cual es uno de sus puntos de partida para representar – por ejemplo – los espíritus que según los Ingas viven en los montes, bosques y selvas que el artista recorrió en su infancia.

A partir de allí ha forjado, con el solo poder de la mancha y el color, un mundo poético de sombras y luces, misterios y certezas, seducciones y embrujos.

Álvaro Medina

Bogotá, 8 de julio de 2012

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