En 1862 son encargados al ingeniero ingles
Guillermo Martin los diseños para la construcción del actual templo parroquial,
los cuales fueron entregados oficialmente el 26 de octubre de 1865, fecha en la
cual el presbítero Francisco Isaza colocó la primera piedra. Los trabajos se
prolongaron inicialmente hasta el 15 de febrero de 1874, cuando el padre Nereo
Medina inaugura solemnemente la monumental construcción.
De sobrio y particular estilo romano que
finaliza en una réplica del templo de Salomón, planta rectangular de 50,60
metros por 21 metros, de una sola nave con 18 metros de luz, imponentes
tapiales trapezoidales de 11,40 metros de altura, reforzados por contrafuertes
y una altura de 34 metros y 20 centímetros. Los materiales utilizados en su
construcción como la mano de obra son completamente locales.
Las campanas fueron fundidas por Basilio
Restrepo, obrero salamineño, y las maderas aserradas casi en la obra misma, de
trozas enormes transportadas en turega por bueyes enyugados, coronaron en poco
tiempo una autentica lección de diseño y ejecución, que de inmediato inicia un
accidentado peregrinaje ornamental, cambiando y demeritando cada vez más la
idea original planteada y realizada por una pléyade de artistas y artesanos que
en distintas épocas plasmaron sus conocimientos con el buril y la madera.
El costado oriental recibe el levante del sol
y el costado occidental, en las horas de la tarde, permite el lucimiento de los
vitrales colocados a comienzos de los años 60, cuando cambiaron los originales,
que producían y siguen produciendo en su interior un efecto prismático y
apacible.
La torre construida en adobe, calicanto y
argamasa, fue afectada gravemente por el sismo del 4 de febrero de 1938, por lo
que algunas personas propusieron su demolición. El ingeniero Roberto López
Vélez, ideo la manera de amarrarla con cables del desaparecido Cable Aéreo del
Norte. Empresa audaz, peligrosa y temeraria, pero dos ilustres hijos de
Salamina, Monseñor Carlos Isaza y el Dr. López, salvaron tan preciosa riqueza
de la demolición.
Desafortunadas y permanentes intervenciones
realizadas en el interior del templo, lo han modificado sustancialmente.
Hacia 1980 fue cambiada la pesada y monumental
estructura de madera que sostenía la cubierta de teja de barro y reformado el
embovedado y artesonado por casetones de cedro. Finalmente la desaparición casi
total del comulgatorio, el cambio de ubicación del pulpito y su imperdonable
mutilación. Cabe también mencionar la arbitraria modificación de parte del
embaldosado que fue reemplazado por moderna cerámica. La solución de una nave
única sin apoyos, constituye un aporte espacial y estructural importante.
Nuestra arquitectura religiosa tiene por lo
tanto un estilo controversial y muy propio, que encaja en el conjunto
urbanístico sin violentarlo, admitiendo expresiones de diferentes tendencias,
pero conceptuadas y regionalizadas.
El
aire, la luz, los espacios, los múltiples puntos focales, los sonidos, la
imponencia exterior, su localización física y el solemne esplendor, hacen del
templo parroquial de Salamina una amalgama arquitectónica muy particular, tocada de misterioso embrujo
del mas sobrecogedor e inesperado sentimiento de admiración y simpatía, que
solo producen las cosas maravillosas.
La
arquitectura religiosa salamineña tiene relación directa con el empuje, fe y
esperanza de sus moradores que se convierte en formas y colores para dar paso a
una imaginación grandilocuente.
Apartes tomados de la revista: Salamina Histórico, número
seis, enero de 1997, páginas 43,46 y 47. Publicada por Héctor Cataño en
Salamina.
Otros
datos
Según un estudio realizado por el arquitecto
Darío Ruiz de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Medellín,
en junio de 1976, las medidas del templo de Salamina, hoy declarado Basílica
Menor de la Inmaculada son:
-
19,80
mts de frente
-
59,60
mts de fondo
-
18
mts de luz interior
-
1.280
metros cuadrados de área construida
-
38,70
mts de altura
Investigación y fotografias por Luis Fernando Rodriguez Garcia
Salamina - Caldas
3 de mayo de 2014
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