Un viaje en plan de descanso a las tierras
altas de Salamina, subiendo sobre el filo de la montaña por la vía que lleva al
corregimiento de San Félix, es una íntima experiencia de ensueño. Ante esa inmensidad, ya no existen las
preocupaciones y el cuerpo se estremece de gozo, con el paso del viento frio,
que inquieto se enreda entre nuestros cabellos. Las nubes tímidas nos acarician
el rostro, desvaneciendo aquí y allá horizontes, creando caprichosos juegos de oscuridades
y luces.
Todo nos invita a la contemplación sin prisas, arropados por un
silencio que se pierde en la distancia. Poco se necesita para estar allí, fuera
de un poco de compañía y un ánimo predispuesto a la sorpresa.
Fotografías / Luis Fernando Rodriguez Garcia
Salamina / Caldas
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