El rol del periodista en la
ciudadanía digital
- Publicado por Maribel Salazar Giraldo el noviembre 2, 2012 a las 9:00pm
Las posibilidades interactivas y
comunicativas que ofrece internet han dado lugar a una serie de esperanzas de
participación y ejercicio de la ciudadanía, un nuevo espacio público que compensa
los restringidos escenarios de participación con los que cuenta actualmente la
sociedad civil. Sin embargo, la débil formación política de los usuarios, la
gran cantidad de “desechos” que circulan en la red y la falta de moderación de
los espacios virtuales hacen que el ejercicio de ciudadanía sea más una
declaración idealista que una realidad.
No cabe
duda que internet, en tanto que plataforma de comunicación multimedial e
hipertextual, se ha ido convirtiendo en uno de los protagonistas de la historia
contemporánea no solo por su gran acogida y popularidad a escala mundial (que
parecen seguir en aumento), sino por el carácter dinámico y democrático que
imprime en las relaciones comunicativas, compitiendo con medios más fríos,
hegemónicos y convencionales como la radio, la prensa o la televisión.
La
posibilidad de amplificar una opinión, una idea o una representación, por
primera vez en la historia, ya no pertenece solo a quienes tienen prestigio
social, político o cultural, o a los dueños de los medios y canales de
comunicación.
Facebook, YouTube, Twitter y los centenares de blogs gratuitos y de libre
acceso que inundan la red, dotan a los usuarios de posibilidades de
expresión, interacción y comunicación con otros agentes a escala local,
regional e incluso global.
Amenazas
para el ejercicio de la ciudadanía
El
potencial comunicativo de internet como plataforma para el ejercicio de la
ciudadanía es portador, desde mi punto de vista, de 2 amenazas que es necesario
revisar detenidamente. La primera de ellas es la cantidad: como
ciudadanos de la era de la información, recibimos día a día grandes cantidades
de mensajes, sonidos e imágenes, que en un mediano plazo producen una sensación
de aburrimiento y desinterés y nos exigen el desarrollo de sofisticadas habilidades
de búsqueda, abstracción y clasificación para encontrar allí algo
medianamente interesante.
La
segunda amenaza es la calidad: más que una categoría absoluta, pues se
sabe que la calidad es un asunto relativo, se refiere a un conjunto de requisitos
variables y contingentes; sin embargo, no se puede negar que cuando se trata de
un producto comunicativo o cultural son diferentes los resultados obtenidos por
personas con formación profesional especializada y con las exigencias
impuestas por un medio a los logros de una persona que no tiene las
herramientas teóricas y prácticas para elaborar un video, artículo o, incluso,
la participación en un espacio de discusión.
El
problema de la calidad, en el anterior orden de ideas, está ligado al de la
cantidad. Vemos cómo en internet serepiten una y otra vez los mismos videos,
idénticos chistes, las mismas imágenes e iguales artículos. Incluso los
comentarios tienen a veces la semejanza de un discurso aprendido y repetido.
Realmente es muy poco el contenido producido por los usuarios como ejercicio
de su libre expresión, se trata de un reciclaje compartido, una colcha de
retazos que más que generar diálogo genera confusión.
El
periodista como formador e intérprete
Los
párrafos anteriores no son un llamado a la desesperanza. Se trata, sí, de una
invitación a mirar críticamente los lugares comunes derivados de una mirada
tecno-optimista y poco crítica sobre este medio. Me parece entonces que, en
términos de participación política, no tiene sentido tener toda la libertad
de expresión si no hay nada por decir, si los ciudadanos digitales no
cuentan con la suficiente formación política para participar en los escenarios
digitales. Tampoco tiene sentido pronunciar cientos de palabras con los dedos
si lo que decimos no tiene incidencia real en las decisiones del país,
si no se construyen proyectos concretos que logran tener impacto en los
espacios de participación política; más que de participación, estaríamos
hablando de “simulacros de participación”,los mismos que hacen creer a
los navegantes que ahora, por primera vez, su voz es escuchada.
La labor
de los periodistas como formadores de públicos y como líderes de opinión se
hace hoy fundamental. Y esto tal vez esté redefiniendo el ejercicio
periodístico o generando nuevos roles en la profesión: más que generadores de
información, se nos invita a ser intérpretes de la cantidad de noticias,
imágenes y sonidos que circulan, a ser quienes propician lecturas críticas y
moderan espacios de participación que puedan convertirse en verdaderas esferas
públicas.
www.periodismodehoy.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.