Bundes-presskonferenz,
la lección alemana
Las
ruedas de prensa representan muy bien lo políticamente correcto. Todos muy
civilizados pidiendo la palabra. Un moderador que la otorga. Los demás oyen al
que habla, algunos hasta escuchan. Claro, algunas ruedas de prensa se salen de
madre y pueden terminar con la caída de un muro infame y uniendo una nación,
como la recordada del 9 de noviembre de 1989 en la República Democrática
Alemana.
Günter Schabowski, alto miembro del Politburó, se
vio en dificultades para responder a la pregunta sobre el tránsito libre hacia
la otra Alemania que se había autorizado y no le quedó otra que responder:
"Ab sofort" (inmediatamente).
La rueda
de prensa había sido televisada. La pregunta la había hecho el corresponsal de
la Agencia Ansa, Riccardo Erhman. Tras la respuesta, cientos, que
luego fueron miles, corrieron a tumbar el muro, sin oposición alguna de la
Fuerza Pública: la revolución pacífica había empezado.
Precisamente
en Alemania, pero en la Federal, existe desde 1949 la Bundespresskonferenz, nada menos que, a mi manera
de ver, un espacio para la dignidad del oficio periodístico. Un lugar para
hacer conferencias de prensa, una asociación de periodistas y un sentimiento
por el respeto a la libertad de prensa.
Me
impresionó el lugar, aunque apenas pude contemplarlo desde afuera, casi en
éxtasis. No hubo conferencia, pero es lo que significa: no tiene precio que un
político vaya a donde los periodistas a dar su rueda de prensa y con las reglas
de estos.
En
nuestro territorio tenemos mucho que aprender de aquello. Aquí he visto
contratos de publicidad a periodistas en los que cubrir las ruedas de prensa es
parte de los servicios contratados. También he visto a esos colegas del lado
oscuro -jefes de prensa- que para no molestarnos a quienes nos repele el
terminacho, las nombran con eufemismos: café, tertulia, encuentro y otras
tonterías que molestan más.
Todos
quieren una rueda de prensa para decir lo que desean y en cambio le huyen a
confrontarse directamente con periodistas que tienen fama de incisivos. Así,
tienen el control, no permitir preguntar a algunos, insistir en que la rueda se
convocó para un tema específico, el vainazo para el que ose preguntar por fuera
del libreto. El buen periodista, en el lugar equivocado.
Ruedas
sueltas
"El
editor que aspire a seguir viviendo de ruedas de prensa y de periodismo de
declaraciones está tan muerto como su periódico", recrimina Miguel Ángel
Bastenier en su libro Cómo se escribe un periódico. Y anota
categórico: "En toda la historia de Occidente podemos aventurar que
jamás se ha convocado una rueda de prensa para dar una noticia".
Alguna
vez decidí que los periodistas de La Patria no fueran más a ruedas de prensa,
es muy molesto depender de las agendas de otros. Varios compañeros me hicieron
ver que independiente de que sean una burla al oficio riguroso también allí
pueden pasar cosas, como la que sucedió en ese 9 noviembre de 1989 en Alemania.
Cedí, pero me guardo la advertencia de que solo nosotros evaluamos si vale la
pena publicar o no. Hemos asistido a decenas de ruedas de prensa en las que la información
publicada no supera una breve.
De ahí lo
inspirador que resulta la Bundes-presskonferenze, que no es una institución
estatal, pero ha sido clave para el desarrollo del Estado, sobre todo en
aquellos años de posguerra, cuenta en su tesis doctoral Günnar Krüger. Explica que esta
institución se creó para organizar ruedas de prensa, pero se extendió a
defender la libertad de prensa.
"Fue
un importante regulador del equilibrio, pues cualquiera que se dedicara al
periodismo como profesión, informando para medios escritos, radio o TV sobre la
política de la Alemania Federal, podía inscribirse como miembro de la
Bundespresskonferenze". En el documentado texto sobre los primeros años de
la organización, Krüger explica cómo en algún momento se dejó claro que no
podía ni se puede separar a un periodista de una información, solo porque ese
periodista no resulta agradable al Gobierno. Qué bueno que eso lo leyeran
algunos directores de varios medios colombianos que acceden fácilmente a
solicitudes como esta, que ni siquiera deberían permitir que se hicieran.
El 22 de
septiembre de 1950, en los orígenes de la RFA un debate en el parlamento llevó
a un congresista a decir que los periodistas eran "elementos que hoy en
día intentan una y otra vez calumniar ante la opinión pública a aquellos que
usan su energía (…) en el tiempo esforzado de desenterrar (…) el carro que los
regentes pasados han hundido hasta el eje en el lodo". Este ataque llevó a
que lo que era un organizador de ruedas de prensa cerrara filas en pedir
respeto y se iniciara un debate para impedir que volviera los horrores de la
era Goebbels, que favorecía a unos periodistas cercanos al régimen y callaba a
los valientes.
Un
funcionario de Konrad Adenauer protestó en su momento: "¿Cómo es que el
Gobierno aparece en una conferencia de prensa cada vez que la
Bundess-presskonferenze lo cree correcto?" Se refería a que las agendas no
podían ser determinadas por los periodistas, como sucede hoy en Colombia a
ciertos funcionarios que creen que solo pueden empezar a laborar después de
responder a las cuatro cadenas radiales de penetración nacional, por si llaman.
Beneficio
de inventario
Un buen
periodista siempre va a una rueda de prensa con beneficio de inventario. En
nuestro entorno se cree que quien asiste a una rueda de prensa, generalmente
adobada con un buen desayuno o refrigerio, queda comprometido a publicar. Lo
que nos demuestra la lección alemana es que cuando un funcionario pida una
rueda de prensa es porque sucede algo excepcional, porque tiene algo realmente
importante que comunicar a los ciudadanos, no simplemente para quedar bien con
los periodistas.
La
canciller alemana, Ángela Merkel, asiste al menos dos veces al año al
Bundes-presskonferenze y cada semana acuden los voceros de todas las
dependencias del Gobierno Federal para que los periodistas les pregunten de lo
divino y lo humano. Claro, no asiste a preguntar cualquiera. Se debe ser
miembro y esto es reservado para quienes cubren temas políticos o económicos-políticos.
Esto abre el riesgo de que se dé una colegiación obligada, contra la que muchos
protestan. No obstante, en estos 65 años se han ido depurando los mecanismos
para ser lo más justos posibles, pero allá la tienen clara, pues no hay
personas que se acuestan aliviadas y al otro día despiertan siendo periodistas.
Hay respeto por el oficio.
De ahí
parte todo, tanto respeto que el gobierno sabe que para tener mayor
credibilidad es mejor que la rueda de prensa la organice la
Bundes-presskonferenz. Él también convoca las propias, también filtra
información a periodistas predilectos, pero sabe que no impactará igual que
cuando es un tercero, la Asociación, la que lo hace.
Es una
gran idea. Ojalá algún día en este lado del mundo también nos ganemos ese
respeto de los políticos y de la opinión pública para el oficio. Soñar no
cuesta nada, como tampoco tiene ningún costo para el periodismo faltar a una
rueda de prensa. Aunque creo que sí tiene mucho para su credibilidad asistir a
ellas y escribir como los gobernantes quieren.
Este
periodista fue invitado a Berlín por la DW Akademie.
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