Por: Fanny Bernal Orozco
Fanny
Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Existen
amores costosos y parejas voraces, hombres y mujeres que viven en una trampa
constante que les impide ver su realidad. Alimentan miedos a través de los
cuales justifican su dependencia y su falta de valor para asomarse a otras
realidades, miedos que les llevan a invisibilizarse, a dejar que ocurran hechos
en los cuales pierden la dignidad.
Alimentan
culpas cuando asumen que todo lo inadecuado que pasa en la relación es su
responsabilidad. Consideran que pese a todo lo que viven deben salvar la unión.
Y, aunque a veces sientan que el estrés y el
desasosiego son enormes, siguen esperando que algún día todo cambie para ser
felices. Alimentan rabias, cuando después de una nueva ofensa piensan de manera
ilusa que esta situación también puede transformarse y que -ahora sí- van a
poner límites al irrespeto y al maltrato.
Amores
costosos en los asuntos emocionales, económicos, familiares, que tienen
consecuencias directas para la salud física y mental.
Parejas
voraces: se antojan de enemil cosas, innecesarias, suntuosas. En ocasiones,
porque hay el dinero y no importa cómo ni en qué se gaste. En otras, porque si
no lo hay, igual hay que darse los gustos, pues para eso están los préstamos y
se pueden ir pagando. Parejas voraces, nada las sacia, tan pronto compran y ya
están queriendo nuevos objetos, nuevos cacharros para ostentar y mostrar.
Para
algunas personas estar acompañado sale muy costoso. Detrás de la frase: ‘Es que
yo doy mucho gusto’, hay otra trampa con nudos fuertes que ninguno se atreve a
deshacer.
Juan,
después de un año de separado, confesó: ‘Yo siempre le compré todo lo que ella
quería, sentía que tenía la obligación de premiarle su sonrisa, porque con ello
ganaba un día de buen genio, un fin de semana sin peleas; todo lo pagué, hasta
que un día me quité la venda.’
Quitarse
la venda también tiene sus costos, sobre todo, ante los cambios que hay que
afrontar para recomenzar la vida. Ello implica trabajar las emociones y el
nivel de tolerancia a la frustración, para así sanar las heridas que han
quedado abiertas como fruto de este tipo de relación.
Andrea
cuenta: ‘Mi novio el año anterior se trajo sus cosas personales para mi
apartamento, dijo que esto era solo por unos días y se quedó un año. Nunca
aportó nada y por el contrario pedía cuentas sobre mi sueldo, me hacía la vida
imposible, se ponía agresivo si iba a salir’. Andrea precisa que su amor era
tan grande que al principio no se dio cuenta de que estaba pagando por mantener
la relación, por tener su compañía.
Amores
costosos, parejas voraces, se constituyen cuando alguno de los dos tiene una
baja autoestima. Cuando se tiene miedo a la soledad, necesidad de controlar y
pobres recursos emocionales, entre otros. Cuando se tiene poco para salir de
las trampas y para poner límites a los chantajes y a las amenazas.
*
Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
Fecha de
publicación:
Domingo,
Agosto 2, 2015
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