Por las calles de Salamina se puede ver a María Olga López de 71 años, vendiendo canastas, sombreros y chinas, hechos con sus manos, de bejucos y cañabrava que consigue en quebradas y montes. Vive con su hermano en la vereda Palosanto, a unos 20 minutos en carro desde este municipio.
En la pequeña finca donde vive, sembró unas matas de café, para ayudarse un poco. Mientras tanto tiene que ir pasando con lo que le da la venta de las artesanías.
En medio de risas dijo “Vivimos del bejuco. Sola con Dios, con La Virgen María y ese hermano mío. Mi esposo murió hace ocho años”. Antes tenía un carrito de venta de dulces en La Galería. Un día llegó una india y se sentó en la acera a tejer. Ella se interesó y viéndola aprendió. Lo primero que hizo fue una canasta y luego una china.
El bejuco con el que trabaja se llama Tripeperro. Es una enredadera que crece de forma natural en los montes y que ella sale a recoger. También le dicen Balazo y en ocasiones lo utilizan las señoras en las casas para decorar. Se pela y se trabaja verde y húmedo, por lo que se debe mantener sumergido en una ponchera con agua, de lo contrario se rompe. Elabora un sombrero o una canasta en día y medio y una china en cinco minutos. Vende los sombreros a 20 mil pesos, las canastas a cinco mil y las chinas a mil 500 pesos. En un mercado bueno vende hasta 30 mil pesos. Los invierte en comida y lo que sobra para atender las necesidades de la casa.
“Solo por encargo hago cunitas para acostar al Divino Niño, como en un barquito”, dijo y luego agrega “no vendo para almacenes. Me la paso en la calle y a veces no vendo nada”. Anhela poder dedicar todo su tiempo a las artesanías, lo que las circunstancias actuales no permiten.
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