miércoles, 5 de junio de 2013

Ánimas, espantos y guaquería

Figuras antropomorfas y zoomorfas que también se aprecian.
 
TEXTO Y FOTOS: Fernando Rodríguez - Corresponsal Salamina | Diagramación: Virgilio López | Autoedición:

El guaquero más reconocido de Salamina en los últimos tiempos es José Uriel Tangarife Gallego, apodado Meloy, quien vive hace casi cinco años en el Hogar Nuestra Señora de las Mercedes. Permanece en silla de ruedas, a causa de un derrame.

Dice que durante su vida destapó cerca de 50 guacas, de donde sacó mucha cerámica que quedó en la Casa de la Cultura Rodrigo Jiménez de Salamina. También encontró tumbas con unas bóvedas sorprendentes. “Yo nunca pensé que los Indios fueran tan curiosos y tuvieran tanto conocimiento de construcción. Encontré unas paredes cortadas a plomo, con todo muy bien elaborado”, dijo sobre sus hallazgos de otras épocas.

En una ocasión un señor le dijo que cuando iba por un camino escuchó a sus espaldas como si hubieran descargado un bulto de varillas. Él fue y cavó. Allí encontró un pectoral y seis narigueras de oro, que luego vendió en una prendería de Salamina.

Con un brillo de satisfacción en los ojos, indicó: “Nosotros vaciamos los basureros. Las guacas donde hay mucho oro están sin hallar. En Puerto Arturo me encontré una que cubrieron al natural. Los indios eran muy maliciosos”.

Mitos y espantos

En la guaquería, al momento de estar cavando no puede haber alguien pensando cosas malas y tampoco se debe ser codicioso, porque las cosas de valor se corren y no se encuentran, recomienda el veterano cazatesoros.

Según el mito, en Semana Santa y en el mes de las ánimas son las épocas propicias para descubrir guacas y entierros, sobre todo el jueves y viernes santos. Esas noches los guaqueros se la pasan caminando en el monte, buscando en aquellos lugares donde se han visto llamaradas, ánimas, espantos o luces. Solo acompañados por un termo con café. Pero deben llevar en el bolsillo de la camisa ramas de altamisa y hojas de eucalipto, para que al encontrar el ánima, no les hiele el corazón. Para terminar, señala: “Los espíritus y los entierros sí existen, pero solo los ven las personas de corazón puro”.

Historias o mitos, son parte de la cultura popular de nuestra región y ahí están las guacas para recordar el pasado indígena de nuestra región.

Historias

Historias que cuenta Meloy de su larga vida como guaquero:

* Dice que una noche por la vereda Portachuelo, desde la distancia, vio bajar por la loma una luz azul que titilaba y que al llegar a un punto se dividió en cuatro. Luego supo que iba siguiendo a sus compañeros que corrían aterrorizados.

* Un Viernes Santo se metió por la cañada de Nudillales a atisbar una luz que habían visto subir. Al llegar a la parte alta, entre unas rocas, se le apareció un murciélago grande, con un ribete blanco en las alas y una cabeza de ratón inmensa y que en la parte de abajo era como una tijera. Quedó aterrado.

* Otra vez un ánima se le paro enfrente, flotando a unos centímetros sobre el suelo. No pudo hablar y quedó congelado.

* En otra ocasión se fue con unos amigos a cazar en un sitio de nombre Tres Jotas, en el municipio de Marulanda. Cerca de una roca inmensa decidieron detenerse y hacer el desayuno, aprovechando que había agua corriente. En un camino que pasaba por el sitio, encontraron huellas de una guagua. Por lo que de inmediato pusieron a uno de los perros a oler. Este salió disparado hacia las rocas. Al rato, en vez de ladrar, aullaba y luego comenzó a quejarse, por lo que los cazadores lo llamaron en varias ocasiones y hasta hicieron unos tiros al aire. Del perro no volvieron a saber. Por la tarde se fueron a dormir en una bodega de papa, situada a un lado de la carretera, allí el dueño del lugar les dijo que entre esas rocas se perdían los perros y que en algunas ocasiones los habían encontrado con las manos cortadas. También les explicó que en Semana Santa, en esas rocas se abre una puerta, porque allí está el tesoro de María la Parda. Hay quien dice haber visto adentro muebles y un intenso resplandor dorado. Pero que nadie ha podido entrar.

* También escuchó que en la vereda Calentaderos de Salamina, en el monte de La Campana, ven una culebra muy grande y bonita, que hace huir a la gente que va por allí y en una laguna más arriba, aparecen unos patos amarillos, que al ir a cogerlos desaparecen.



Cerámicas como estas halló Meloy en sus expediciones guaqueras.

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