martes, 11 de agosto de 2015

AMORES TÓXICOS - LA PATRIA, 9 DE AGOSTO DE 2015





En nombre de lo que la gente llama amor, se cometen muchos atropellos y se pierde la dignidad con demasiada frecuencia. Hay diversos motivos para que sucedan estos hechos: baja autoestima, miedo a la soledad, pobre tolerancia a la frustración, temor al qué dirán, angustia ante el fracaso, asuntos económicos, en fin múltiples emociones y sentimientos acompañan a algunas personas cuando de estos temas se trata, están tan acostumbradas a vivir en este purgatorio, que pensar por un momento en intentar un cambio les llena de inseguridad.

Primero consideran que no serían capaces de vivir sin pareja y segundo creen que si vuelven a tener otras relaciones, estas serán peores que la actual, interiormente no se sienten merecedoras de compartir amor de manera sana o diferente.

Vemos personas que no han aprendido a cuidar de ellas mismas, y tampoco saben cómo cuidar una relación, además esto de aprender o de cambiar les importa poco, saben que pueden hacer lo que quieran, porque a la compañera (o) que tienen al lado le falta valor para tomar decisiones y se aprovechan de ello.

Esa pareja que todavía no se ha quitado la venda, juega un juego muy peligroso para su salud mental; disfraza, justifica actuaciones, mira para otro lado, a pesar del costo emocional que asumir esta actitud tiene en su vida e historia afectiva.

A estos personajes que siguen con la venda puesta con frecuencia se les escucha decir, que lo que quieren es vivir felices y tranquilos, y a pesar de que ese es su deseo, su meta, su sueño no hacen parte de su realidad, mantienen un alto nivel de estrés debido a los esfuerzos que hacen para aparentar estar bien y tratar de mostrar que todo marcha bien, sin embargo saben que todo eso hace parte de la trampa en la que están hundidos.

Son muchas las causas que pueden suscitar estos comportamientos con la pareja: falta de amor, de ternura, de cuidado y generosidad, ausencia de respeto, el deseo constante de controlar y de mandar, la creencia de ser el centro del universo y considerar que todo debe girar a su alrededor, la necesidad de agredir y mostrarse a través de actitudes que van desde el berrinche hasta el escándalo, el rencor, el egoísmo, las enfermedades emocionales, el consumo de alcohol y otras sustancias.

El paso por esta vida es un aprendizaje que hay que apreciar y agradecer; vivir bien es una decisión propia. Es importante tener presente que mantener de manera terca o esperanzadora una relación tóxica, afecta la salud física y emocional, además de ser un ejemplo doloroso para los hijos y que así mismo, genera distancia en las relaciones con otras personas.

Hay que pensar si vale la pena mantener una relación en esas circunstancias con alguien que además de todo el daño que genera, ni siquiera es capaz de sentir un poquito de vergüenza y se ufana ante los demás con su comportamiento. Nunca es tarde para pedir ayuda y menos para tomar decisiones, quitarse la venda y terminar una relación que perturba e intoxica.

*Psicóloga – Profesora Titular Universidad de Manizales.

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